A la vista parecen niños, incluso si uno escucha su voz, responden al patrón, pero no lo son. Se asemejan a robots, son como autómatas programados para actuar de una forma. Más que ser inocentes, son ignorantes. Hacen gala de lo que creen saber y fanfarronean imprudentemente, demostrando que en vez de poder llamárselos “niños” o jóvenes, bien merecida tienen la etiqueta de “mocosos insolentes”.
Les han vendido durante todo su crecimiento que el futuro es de ellos. Error. Ellos no son los propietarios del futuro, sino que el futuro es el dueño y señor de sus vidas. ¿Acaso alguien cree que las acciones de un montón de “mocosos insolentes” podrá cambiar en algo lo que es este sistema de jerarquías invertidas, de exaltación de la entropía, de la canonización del materialismo y del sacrificio de los valores inmolados en los altares progresistas del neo liberalismo? Pensándolo bien... sí: ellos pueden cambiar en influir en esto. Claro, si se considera que cualquier acción que produzca una consecuencia es motor de cambio. Además, nadie ha dicho que las cosas cambiarían para bien.
En la consolidación de la nueva iglesia que se levantó hace ya más de 200 años en París, papel fundamental es que que ha caído sobre los hombros (y, en algunos casos más traumáticos, sobre las cabezas) de la juventud del progresista y “sofisticado” Occidente moderno.
Es el carácter propio de la juventud lo que la ha traicionado: en un intento de ser más contestatarios, han pasado a consumir las mentiras que les ha puesto en la boca el mismo Sistema al que tanto dicen odiar, aunque, debe reconocerse, la efectividad de la captación del producto por parte de estos consumidores se basa no en mentiras solamente, sino que también en verdades a medias, que es un arma muchísimo más poderosa. No importa, el sistema de Oferta y Demanda es perfecto para ellos.
En tan triunfante modelo de estructuración social, dos tipos de participación juegan los protagonistas, roles bien fundamentados y muy bien estudiados para que sean tan efectivos:
Les han vendido durante todo su crecimiento que el futuro es de ellos. Error. Ellos no son los propietarios del futuro, sino que el futuro es el dueño y señor de sus vidas. ¿Acaso alguien cree que las acciones de un montón de “mocosos insolentes” podrá cambiar en algo lo que es este sistema de jerarquías invertidas, de exaltación de la entropía, de la canonización del materialismo y del sacrificio de los valores inmolados en los altares progresistas del neo liberalismo? Pensándolo bien... sí: ellos pueden cambiar en influir en esto. Claro, si se considera que cualquier acción que produzca una consecuencia es motor de cambio. Además, nadie ha dicho que las cosas cambiarían para bien.
En la consolidación de la nueva iglesia que se levantó hace ya más de 200 años en París, papel fundamental es que que ha caído sobre los hombros (y, en algunos casos más traumáticos, sobre las cabezas) de la juventud del progresista y “sofisticado” Occidente moderno.
Es el carácter propio de la juventud lo que la ha traicionado: en un intento de ser más contestatarios, han pasado a consumir las mentiras que les ha puesto en la boca el mismo Sistema al que tanto dicen odiar, aunque, debe reconocerse, la efectividad de la captación del producto por parte de estos consumidores se basa no en mentiras solamente, sino que también en verdades a medias, que es un arma muchísimo más poderosa. No importa, el sistema de Oferta y Demanda es perfecto para ellos.
En tan triunfante modelo de estructuración social, dos tipos de participación juegan los protagonistas, roles bien fundamentados y muy bien estudiados para que sean tan efectivos:
- Agresión-pasiva, que pasa a ser el supuesto activísmo juvenil, que llega a atacar los mismos símbolos del tan odiado sistema, pero pasivo al fin y al cabo, puesto que no son ni ideas propias ni tampoco están dispuesto a destruir los pilares de la obra que, según ellos, no los deja vivir; y
- Pasividad-agresiva, que se entiende por la táctica utilizada por el Occidente – ahijado del Progresismo – para vender sus productos a la consumista y crédula juventud, actuando sin siquiera moverse, prácticamente sentándose y esperando que la porquería engullida por la juventud cause la indigestión que necesitan para seguir abonando su jardín de malezas, en el centro del cual hay un gigantesco roble, del que crecen miles de hojas parasitarias desde el mismo retoño por vicios propios de la democracia, las que alimentan hasta la saciedad todos aquellos placeres que necesita el multifacético vulgo para quedarse tranquilo y feliz.
1 comentario:
A "Estos Niños Mocosos" , como tu dices, los encuentro en mas razon y mas maduro , que a los nazis o patriotas ultra derechistas.
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