lunes, 26 de febrero de 2007

EL VICIO CONFORMISTA

Entre los muchos vicios que ha sembrado la Partidocracia parlamentaria en nuestro país, hay uno que es fácilmente identificable - pero no muchas veces atacado - y que está presente en un gran sector del país o, por qué no decirlo, en una amplia mayoría de la población. Me refiero al conformismo; aquél que se ha ido desarrollando, gestando, manteniendo y enraizando profundamente en los estratos medio-altos en los últimos años de gobierno concertacionista, de un pasar económico relativamente tranquilo y sin grandes sobresaltos al llegar el fin de mes.

Todo esto se debe en gran parte a la Ilusión del Progreso (tema del que se puede profundizar largamente, éste no será el caso) en la que vivimos y en la que se esmeran tanto por mostrar los últimos gobiernos junto a los medios de comunicación:
la gran piedra de apoyo en la que se basan los gobiernos de la Concertación para defender sus mediocres gestiones.

Esta ilusión se refleja de forma muy bonita y alentadora en las cifras, pero, ¿Qué ocurre en la praxis, que es realmente donde nos importa?. Me apoyaré, por dar un ejemplo, en lo sucedido en las últimas elecciones presidenciales, en donde Joaquín Lavin y posteriormente Sebastián Piñera obtuvieron un inmenso apoyo en las gente más pobre de la población: Esto se debe principalmente porque aquel progreso (?) de cifras no les toca a ellos (tan sólo ver los constantes problemas con los allegados y y las viviendas); su situación sigue siendo desesperanzadora, y se muestran cansados de las típicas promesas de los candidatos concertacionistas de turno, entonces, dentro de sus opciones apostaron por “un cambio” (el cual nosotros sabemos que no existe dentro del contexto actual, pues las diferencias actuales entre derecha y concertación son sutiles).

A su vez, la gente que ha tenido un pasar más afortunado (no espectacular) como lo son las clases media-altas, al sentirse cómodos con un sueldo escasamente mayor al que percibían el año pasado, siguen entrampada en este espiral de conformidad, sin aspirar a más, a un real cambio, con todas sus letras, tan sólo un cambio sustancial, y no me refiero a lo netamente económico, me refiero a un País nuevo, donde no haya miedo de salir a la calle, donde las condiciones laborales sean justas, donde haya empleo para quien quiera trabajar, donde tengamos una educación y salud dignas, donde la superación y el verdadero reflejo del progreso se hagan tangibles para todos los Chilenos trascendiendo clases sociales.

Pero no, se sigue cayendo en lo fácil, en la salida más simple: aquella que les ofrece la democracia, aquella donde pareciera no haber nada más allá de los candidatos que participan del circo. ¿Por qué no se han atrevido a mirar más allá? Porque no conocen otra visión, o simplemente no desean involucrarse en un camino que significa grandes esfuerzos, pero que se recompensa con la fructificación quen da una verdadera Revolución nacionalista.

Nuestra tarea es, entonces, erradicar ese cáncer, ese vicio, esa maleza del conformismo incrustado en la gran mayoría de la población; nuestras armas son la educación, la propaganda, la actitud, el ejemplo y la confianza en que nuestra causa puede construir un Chile más fuerte.

J.L Muñoz.-

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